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Magistral discurso de María Teresa Andruetto en el cierre del Congreso de la Lengua

Magistral discurso de María Teresa Andruetto en el cierre del Congreso de la Lengu

Este sábado 30, la escritora cordobesa ofreció un discurso muy crítico para cerrar el encuentro internacional.

El discurso completo

Hay una grieta en todo/ Así es como entra la luz, dice Leonard Cohen, y entonces es ahí, en las fisuras, donde quisiera mirar. No fue sencillo para mí aceptar la invitación a cerrar este congreso, por las disidencias diversas que con él tiene –por razones también diversas- la comunidad a la que pertenezco y por mis propias disidencias. Me tranquilizan dos cuestiones, la primera es que antes de aceptar hice saber mi posición y la invitación se sostuvo –con un espíritu democrático y una amplitud que mucho agradezco-, la otra es que estoy aquí como escritora y el lugar de quien escribe es, en lo que respecta a la lengua, un lugar de desobediencia, de disenso.
En nombre de ambas cosas digo estas palabras.
La primera cuestión tiene que ver con el nombre mismo del
congreso, llamado aquí –y es al menos curioso que la contraparte
nacional se haya plegado a esa denominación- Congreso de la Lengua Española, porque para nosotros, para nuestro sistema educativo, la academia, la alta cultura y la cultura popular, esta lengua en la que aquí hablo siempre ha sido la lengua castellana.
Así llegó a América, con la conquista y con la iglesia, la lengua de Castilla y fue esa lengua y no otras que se hablaban o se hablan en España, la que se impuso –no sin dolor, no sin lucha, no sin resistencia- sobre las lenguas originarias. Esto nos lleva a preguntarnos de quién es la lengua, quién le da nombre y quiénes reconocen su lengua en ese nombre. Aunque en las previas a este Congreso se ha insistido en la idea de que la lengua es de todos sus hablantes, en la amplia procedencia geográfica de los ponentes y en la alta presencia de mujeres en las mesas, me pregunto si esa que se dice de todos es la misma lengua; en caso de serlo, quiénes son sus dueños y atendiendo a que una lengua con tantos hablantes, además de un capital simbólico es un capital económico, quiénes hacen usufructo de ella. Desde Madrid, el ministro de Educación de la provincia, a la pregunta de un periodista acerca de ciertos contenidos, reconoció que ni la parte argentina ni la cordobesa intervienen en la elección del temario. Es la Real Academia, dice. Nosotros actuamos en la parte logística del Congreso. A su vez, el director de la Real Academia, remarcó la importancia de estos congresos con la frase: Durante unos días, se tratará de ponerle voz española a los asuntos que nos ocupan a todos, tal vez sin tener dimensión de lo que la frase “voz española”.

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