El doctor Miguel Angel de Boer de Comodoro Rivadavia recuperó un artículo que escribió en 1995 en el que analizaba las marcas individuales y sociales de la desocupación. En poco más de un año en Chubut se contabilizan alrededor de 4 mil desocupados y el análisis realizado hace 22 años cobra vigencia.
Es una mirada, que fundamenta la necesidad de generar políticas de empleo, de contención social, en momentos en que la desocupación es un hecho con serias consecuencias sociales. Una mirada oportuna, que enriquece los análisis, por ejemplo sobre la «inseguridad» o la «seguridad».
ORFANDAD E INCERTIDUMBRE
De Boer recuerda que el asedio de la miseria y la pobreza generan un sentimiento de orfandad y de incertidumbre que llevan a la desesperación y al desdibujamiento de las expectativas. Se han globalizado la desilusión y el desencanto.
El artículo fue seleccionado como el mejor Trabajo Libre presentado en las II Jornadas Atlánticas de Psiquiatría, organizado por la Sociedad de Psiquiatría y Psicología Médica de Mar del Plata y la Sociedad de Psiquiatría de La Plata, realizadas entre el 31 de Octubre y el 2 de Noviembre de 1996.
ES LA EVOLUCIÓN IDIOTA
El especialista hace referencia a las condiciones políticas, económicas y tecnológicas que modificaron la sociedad de un modo impensable en cuanto a su magnitud y vertiginosidad.
El artículo publicado en pleno menemismo parece una nota de plena actualidad. Expresa que la globalización de la economía con el consiguiente desdibujamiento territorial, es decir la transnacionalización; la aceleración del cambio tecnológico con el auge de la informática y su impacto en la comunicación; el predominio de la racionalidad del mercado en desmedro de la intervención del Estado como mediador de los distintos intereses sectoriales (privatización); la descentralización del ser humano como sujeto prioritario del acontecer histórico; han condicionado una situación de precariedad en la vida cotidiana que se patentiza en una cada vez más aguda fragmentación social, con impactos múltiples a distintos niveles.
«El culto al consumismo, la oferta ilimitada de la diversidad («el imperio de lo efímero», donde todo lo que aparece ya es obsoleto), la pérdida de hegemonía del saber y el conocimiento, la transformación de los roles familiares y sociales, la modificación de las costumbres, están produciendo un cambio en la percepción de la realidad tal cual era captada hasta hace muy poco tiempo».
DESNUDEZ
La sociedad pareciera estar decidida a mostrarse en toda su desnudez, tanto en su capacidad de desarrollo y evolución, como en el grado de injusticia e inequidad a la cual está dispuesta en función de la lógica del rendimiento, escribió De Boer.
«Los pocos beneficiados ostentan sus privilegios sin ningún pudor, y los marginados comienzan a exteriorizar su malestar de múltiples maneras», indicó.
La democracia -afirmó el especialista-como sistema de gobierno parece haberse fortalecido. La dificultad radica en qué hacer con ella, para poder articular un proyecto que beneficie a la sociedad, esto es: que el crecimiento económico no se produzca a expensas de la justicia social.
«Y dentro de los múltiples problemas que se deben resolver, se destaca una nefasta consecuencia de los cambios que se están produciendo y que se ha transformado en un emergente social que se agrava día a día: la desocupación».
SOBRE EL ARRAIGO Y LA VIOLENCIA
La exaltación de la ecuación costo-beneficio en desmedro de las necesidades de distintos sectores sociales vulnera los lazos de pertenencia y fractura los bases de arraigo a la comunidad, planteó.
«La fragmentación familiar y la atomización social son el campo fértil para el surgimiento de la violencia en sus distintas manifestaciones (hasta no sería improbable un resurgimiento de cuño mesiánico que pretenda «cambiar» el curso de la historia)», afirmó.
Finalmente reafirma en este artículo la recuperación del rol de mediador del Estado, para el logro del bien común. En 1995 la Estado se desentia de la salud y la educación, de la misma manera que se reconvertía el sector privado, dando lugar a la inequidad y la desigualdad de oportunidades. Advirtió que «el agravante de la declinación de valores éticos y morales sustentados en el afán de lucro y de poder, o en pos de la mera subsistencia ( empleados «ñoquis», funcionarios supernumerarios, elites a nivel dirigencial estudiantil y académico en las Universidades haciendo su negocio particular, es decir: burocracia administrativa, política y pedagógica, que contribuyen así a fortalecer la idea acerca de la ineficiencia y la incredibilidad en las instituciones estatales, etc.).(***)».
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